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Foto del escritorCarlos Estrada

LIDERAZGO Y ESTRÉS: A TU SALUD

Lima, en Perú, es una ciudad con un encanto particular, durante el invierno es fría y gris, las nubes esconden el sol, y la humedad de una ciudad costera contrasta con ese ambiente sobrio que producen las nubes de “panza de burro”, como la denominan los limeños.


En el verano la ciudad se transforma, el sol y el calor son los ingredientes perfectos para disfrutar de todos los encantos que ofrece la capital peruana y sus alrededores. Algo que sí permanece en cualquier época del año es su deliciosa gastronomía, para mí, una de las mejores del mundo, con restaurantes de clase mundial y platos exquisitos de mar y tierra. 


Allí llegue en el año 2009, junto a mi familia y una maleta cargada de sueños y el deseo de lograr grandes metas, a enfrentar mi primera oportunidad como Gerente General. Desafortunadamente, la vida nos tiene preparados diferentes aprendizajes, algunos enmarcados en el éxito y otros consecuencia de fallos que nos permiten crecer, aprender y desarrollarnos. La experiencia en Perú me tenía preparado uno de estos grandes aprendizajes. Rápidamente mis sueños de grandes cosas cambiaron por duras enseñanzas que además de muchas lecciones, me generaron un exceso de estrés, que terminó por mandarme al hospital; esta experiencia me hizo replantearme en muchos aspectos de la vida. “No hay otra explicación que el estrés”, esa fue la conclusión del médico después de hacerme múltiples  exámenes y encontrar que la única causa de mi baja de defensas, que detonó en una infección viral, había sido esa situación.


Desde ese día aprendí varias cosas, entre ellas a valorar mi familia y tiempo libre, a tener claras mis prioridades y no permitir que nada ni nadie las afecte y, sobre todo, a anteponer mi felicidad y tranquilidad sobre otras cosas más banales.


Muchas veces me encuentro con personas que no están felices en sus trabajos. Para algunos no es solo poco satisfactorio, sino que realmente es un sufrimiento diario, una situación que no solamente les afecta de manera personal, sino que puede poner en riesgo su salud. Hace unos días escuchaba una conferencia de Simón Sinek sobre su libro “Los líderes comen al final”, en la charla explicaba el impacto de algunas de las hormonas de nuestro cuerpo y el efecto que pueden llegar a tener. En resumen, cuando nos encontramos en una situación de peligro, por ejemplo, frente a un animal salvaje, hay dos hormonas que se producen para protegernos: la adrenalina y el cortisol, ambas son muy útiles en esta situación, porque permiten preparar nuestro cuerpo y mente para defendernos o actuar frente al peligro. La adrenalina aumenta la frecuencia cardiaca, eleva la presión arterial y aumenta los suministros de energía; el cortisol incrementa la glucosa en la sangre y mejora su uso en el cerebro, además, limita algunas funciones no esenciales para la “lucha”, alterando el sistema inmune y suprimiendo el sistema digestivo, reproductor y de crecimiento. Si bien todo esto es de utilidad al momento de defendernos ante una amenaza, si la situación se mantiene por un periodo prolongado, los efectos a la salud pueden ser devastadores. 


Es cierto que hoy no nos enfrentamos a animales salvajes con regularidad, como sí lo hacían nuestros antepasados, pero estar en una situación difícil a nivel profesional o personal, donde nos sintamos amenazados, bien sea porque sentimos inestabilidad laboral, maltrato psicológico o acoso, humillación, maltratado físico, temor a represalias, etc., nos mantendrá en un estado de estrés permanente que no es saludable. No es una coincidencia que hoy día al cortisol se le conoce como la “hormona del estrés”, ya que cuando nos encontramos en alguna de estas situaciones, producimos esta sustancia con mayor frecuencia, limitando otras funciones vitales de nuestro cuerpo. Es por esto que cuando estamos estresados, somos más propensos a enfermarnos de cosas tan simples como un resfriado o, incluso, otras condiciones más complejas, como problemas cardiacos, depresión, etc.


Hoy en día se habla mucho de las “culturas tóxicas” en las empresas: lugares donde trabajar no solamente puede ser aburridor, por darle algún calificativo simple, sino que realmente llegan a representar un riesgo para la salud de las personas y tener efectos realmente graves. Lo que debemos entender es que la cultura, como el conjunto de normas, creencias, valores y comportamientos de una organización, está altamente influenciada y determinada por los líderes. Son estas figuras las que definen en gran medida lo que es correcto o no en función a la forma como reaccionan y actúan frente a ciertas situaciones, estableciendo así el “ejemplo” de lo que es aceptado o no dentro ese entorno. Consecuentemente, son los líderes quienes tienen una responsabilidad mayor de velar por la integridad y salud de sus empleados, ya que son ellos quienes pueden tener una afectación directa a la misma


A veces las empresas creen, de manera errónea, que estableciendo políticas podrán definir la cultura corporativa. Las políticas son necesarias para establecer marcos de referencia dentro de los cuales los empleados pueden moverse, pero son los directivos quienes lideran el que estas se implementen y respeten, y a la postre quienes definen así la cultura. Por ejemplo, de nada sirve establecer políticas de trabajo remoto, si hay lideres en la organización que no las respetan, y exigen a sus empleados asistir a reuniones presenciales aun cuando no sea necesario o no distinguen la línea entre el horario laboral y el espacio personal. 


Hace muchos años asistí a una consulta médica en la que el profesional de la salud me preguntó en qué me desempeñaba, a lo que le respondí que ocupaba una posición gerencial en una empresa. Posteriormente me hizo esta reflexión: “El trabajo de Gerente es importante, pero cuando ustedes fallan, las consecuencias son no lograr las metas, perder dinero, eliminar posiciones de trabajo, etc. Sin embargo, para nosotros los médicos es diferente, cuando fallamos, las consecuencias pueden ser mucho más graves, pueden costarles la vida a las personas”. Creo que es una reflexión muy válida, el trabajo de los médicos es de vital importancia, más aún luego de momentos de pandemia como los que hemos vivido. Pero, el trabajo del líder también es vital: si entendemos el impacto que podemos tener en las personas, comprenderemos que nuestra función trasciende de lograr las metas y objetivos y pasa además por beneficiar la salud de los trabajadores y ayudarles a transformar sus vidas. 


Brindo por los verdaderos líderes, aquellos que no solo impactan los resultados de las empresas, sino que también impactan la vida de las personas con quienes interactúan.

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