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LA PASIÓN Y EL LÍDER: NO DEJEMOS QUE EL TALENTO NOS ATROPELLE

  • Foto del escritor: Carlos Estrada
    Carlos Estrada
  • 20 jun 2024
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 14 ago 2024


Los hijos nos hacen ver el mundo diferente. En mi caso, mis hijas, entre muchas cosas, me llevaron a conocer el mundo de las princesas; Bella, Cenicienta, Blanca Nieves, JazmÍn, en fin. Con el tiempo me convertí casi en un experto del tema y ante tanta presión, se volvió un objetivo llevar a mis hijas pequeñas al lugar de donde venían todos estos personajes de fantasía, Disney World. 


Mis hijas tenían escasos cinco años cuando llegamos a este lugar mágico, lleno de mística y fantasía. Toda una experiencia fascinante. Pero lo que realmente quedó grabado en mi memoria fue aquel momento en que entramos por la calle principal que conduce al castillo de Disney, una vez nos detuvimos frente a él, las caras de mis hijas quedaron grabadas en mi mente. No podían hablar de la alegría, creo que sentían que habían tocado el sol con las manos, la emoción era desbordante, realmente estábamos frente al castillo de las princesas, no importaba cual, ese era el castillo. 


Disney World es fascinante, un lugar mágico, diferente, te lleva a un mundo imaginario. Pero lo más  impresionante es que Walt Disney, su creador, fuera despedido de su trabajo en un periódico cuando tenía 22 años porque “carecía de imaginación y no tenÍa buenas ideas”, según cuenta la historia. Aun así, Disney siguió adelante, creó a Mickey Mouse y el resto es historia.


Pero, ¿qué hace a una persona persistir hasta lograr crear algo tan extraordinario, a pesar de los contratiempos? Yo estoy convencido de que la pasión es el motor que nos impulsa a lograr cosas que a veces pensamos inalcanzables. Esa combinación entre lo que nos gusta y lo que hacemos bien, nos brinda la auto motivación para hacerlo una y otra vez sin desfallecer, hasta perfeccionarlo. No importa que nos critiquen, que fallemos, que las cosas no resulten como pensamos, la pasión es capaz de vencerlo casi todo.


Durante mis estudios universitarios desarrollé una pasión por el mercadeo, no era la disciplina principal en mi carrera de ingeniero, pero por alguna razón se convirtió en uno de los motores que me impulsaba a querer lograr grandes cosas. Esto me llevó a un proceso de autoestudio, leía todo libro que hubiese del tema y quería aprenderlo todo. Al graduarme apliqué a varias posiciones de mercadeo, cargos de practicante, asistente, analista, etc., cualquiera que fuera, no me interesaba el cargo, ni la compensación, ni el sector ni la compañía, solo quería trabajar en mi pasión: el mercadeo. Fui rechazado unas diez veces de todos los cargos a los que apliqué por falta de experiencia, algo sin sentido para una persona recién graduada. Al cabo de un tiempo me llamaron a una posición de ventas y decidí tomarla porque me gustaba la empresa y pensaba que entrando allí podría después pasar a una posición de mercadeo. Creo que, al cabo de unos meses de estar trabajando, le repetía cada semana a mi jefe mi objetivo de trabajar en mercadeo, sin embargo, nunca pasó. Luego de un tiempo de insistir sin éxito, decidí hacer una especialización en mercadeo, pensando que tal vez con esta “certificación” lograría finalmente trabajar en mi pasión. Me dediqué a estudiar sobre el tema y obtuve uno de los mejores promedios de toda la especialización, pero, además, ratifiqué que el proceso previo de auto aprendizaje había sido efectivo.  Finalmente tuve mi oportunidad en mercadeo, fui gerente de producto en varias compañías y de allí alcancé  la gerencia de mercadeo y a la dirección comercial. En 1997, trabajando como Gerente de Producto, recibí un reconocimiento global por mi estrategia de mercadeo de uno de los productos que manejaba, una recompensa a tanto esfuerzo para llegar hasta allí. 


Una de nuestras funciones y responsabilidades como líderes es realmente reconocer el talento de las personas, comprender que es lo que les apasiona y buscar la manera de que trabajen en ello. Cuando  logramos hacer esto, las probabilidades de éxito se multiplican de manera exponencial. Un profesor de mi especialización decía que el 50% del éxito de un negocio consiste en el producto, cuando este realmente satisface una necesidad, tienes la mitad del triunfo, el resto consiste en tu conocimiento del cliente y/o consumidor y tu estrategia para alcanzarlo de manera efectiva.  Yo creo que en la vida es igual, cuando tienes tu pasión clara, tienes el 50% de probabilidades de éxito, el resto depende de que la puedas alinear a tu propósito y tomes acción. 


En una de sus famosas charlas de TED, Sir Ken Robinson comenta que tuvo una conversación con Paul McCartney, quien le dijo que en el colegio no le gustaba la música y que su profesor nunca vio en el, alguna habilidad especial para este tema; además, que en la misma clase estaba igualmente George Harrison a quien tampoco le reconocían alguna cualidad para la música. Esta historia me parece increíble, el 50% de los Beatles en el mismo salón, tal vez el grupo de artistas musicales más grandes de toda la historia y nadie detectó su potencial en ese momento. 


Nunca seremos infalibles, pero como líderes tenemos la responsabilidad de ayudar a descubrir las pasiones de las personas que hacen parte de nuestros equipos, cuando lo hacemos ellos podrán llegar a su máximo potencial y alcanzar resultados extraordinarios, pero, lo más importante, es que podremos dejar una huella que trascienda más allá de la vida profesional y transformar sus vidas de manera integral.

 
 
 

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